Marilín Gómez, candidata a diputada de Política Obrera; Una voz de la clase trabajadora santafesina

Marilín Gómez, candidata a diputada de Política Obrera. “Los trabajadores tenemos la capacidad productiva, no los empresarios”, resume la postulante, que trabaja de enfermera.

En un consultorio del Centro de Especialidades Médicas Ambulatorias de Santa Fe (Cemafe), Marilín Gómez pasa sus días entre pacientes, colegas y reclamos por condiciones laborales. Desde hace años trabaja en enfermería en la salud pública. Es además una de las impulsoras de los equipos de interrupción legal y voluntaria del embarazo en la provincia. Hoy, encabeza la lista de Política Obrera para las elecciones legislativas nacionales del próximo 26 de octubre. De la nómina participan referentes de distintos sectores de la clase trabajadora: Gustavo Fenoy, docente y excandidato a concejal de Capitán Bermúdez; Alicia Escudero, estatal rosarina; y Christian Míguez, obrero metalúrgico de Acindar y delegado en Villa Constitución., entre otros. “Somos una lista de trabajadores que conocemos en carne propia lo que es vivir de un salario que no alcanza”, resume Gómez ante Rosario/12.

– En los volantes que distribuye la militancia te presentan como una trabajadora para representar a los trabajadores, ¿¡por qué?

-Trabajo desde que terminé el secundario, nunca me sobró nada. Terminé el secundario en las vísperas del 2001, una época sin futuro para los jóvenes. Soy de Coronda, y tuve la oportunidad de irme a Santa Fe para estudiar. Trabajé desde ese momento: primero como peluquera los fines de semana para pagarme la carrera. Soy enfermera hace más de 20 años y hace quince que estoy en la salud pública. Pasé por la atención primaria en la zona oeste-sur de Santa Fe, la que se inundó en 2003. En 2018 me convocaron al Cemafe para abrir un equipo que realizaba interrupciones legales del embarazo con la técnica de aspiración manual endouterina.

—Un trabajo pionero en la provincia.

—Sí, fue un desafío enorme. Después de la ley, seguimos con la interrupción voluntaria del embarazo. Es un equipo de segundo nivel al que derivan los centros de salud. Lo impulsamos desde el inicio y lo sostuvimos con mucho compromiso, pese a los prejuicios y la falta de recursos.

—¿Qué te encontrás cuando alguien busca atención en un hospital o centro público?

—Te encontrás con personas que la están pasando muy mal. La gente hace cola desde las cuatro de la mañana para sacar un turno que a veces le dan para seis meses después. Muchos se mueren esperando una consulta o un tratamiento. Es una situación de vida o muerte. Y eso convive con un vaciamiento total del sistema. Es falso que la provincia haya compensado lo que Nación dejó de comprar: faltan insumos, infraestructura y salarios dignos.

—¿Cómo impacta eso en los trabajadores de la salud?

—Trabajamos bajo condiciones insoportables. Los salarios están estancados, mientras que la obra social que tenemos, el IAPOS, subió lo que se paga por las prestaciones un 400 por ciento. Una biopsia puede requerir 60 bonos, y cada bono cuesta más de cuatro mil pesos. Entonces un trabajador del Estado termina pagando más caro que en un sanatorio privado. Todo eso se traduce en agotamiento, frustración y enfermedades laborales. Tengo compañeras que dicen: “Si me hacen trabajar cuatro años más, me suicido”. Los trabajadores de la salud mueren trabajando, literalmente.

— ¿Tan mal están dadas las condiciones laborales del sector?

— Están pésimas. Luchamos hace años por el reconocimiento de la enfermería como trabajo de riesgo. Hay una ley del 2005 con un artículo que lo establece, pero nunca fue reglamentado. Si se aplicara, implicaría que las enfermeras trabajemos seis horas y nos jubilemos antes, porque el desgaste físico y emocional es enorme. Pero ningún gobierno quiso avanzar. Ahora, con la reforma jubilatoria, quedamos más lejos que nunca.

—¿Cuál es la voz que querés llevar al Congreso si resultás electa diputada nacional?

—La voz de la clase trabajadora santafesina. No la de las corporaciones, ni la de los partidos tradicionales que gobiernan para los bancos. Queremos que se escuche a quienes todos los días sostienen el país: enfermeros, docentes, obreros, empleados públicos. Los verdaderos sectores productivos somos nosotros, no los empresarios que viven de la especulación.

— En el discurso político de los principales partidos políticos se sigue identificando a los “sectores productivos” con los dueños del capital.

—Sí, es parte del relato dominante. Se nos impuso la idea de que la fuerza productiva es el capital y no el trabajo. Pero sin trabajadores no hay producción posible. Lo que planteamos es que se acabe con el sometimiento del país a los intereses de Washington. Este gobierno —y los anteriores— se arrodillaron ante el Fondo Monetario. El nuevo acuerdo con la Casa Blanca es otra vuelta de tuerca en el ajuste y la entrega. No viene a salvar a la clase trabajadora, sino a garantizar las ganancias de empresarios y bancos ligados a los intereses de Trump, ni siquiera a los del propio Milei.

—¿Cómo se traduce la crisis económica en la vida cotidiana?

— Por ejemplo, en la salud la emergencia es total. Faltan medicamentos, gasas, jeringas, pero también falta personal. En algunos centros de salud hay un solo médico para atender a 80 pacientes. Y mientras tanto, se multiplican los contratos precarios. No hay estabilidad, no hay paritarias, y los sindicatos miran para otro lado. La salud pública es un espacio de resistencia: ahí estamos los trabajadores sosteniendo lo que el Estado abandona. Esa es la voz que quiero llevar al Congreso: que el pueblo trabajador no se resigna, pelea todos los días.

—¿Qué le dirías a quienes creen que Política Obrera es una fuerza testimonial?

—Que se equivocan. No somos una lista testimonial: somos una lista de lucha. Nuestros compañeros están peleando todos los días en las fábricas, en los hospitales, en las escuelas. Christian Míguez, nuestro candidato metalúrgico, enfrenta la prepotencia patronal en Acindar; Gustavo Fenoy es docente y sabe lo que es vivir con salarios de miseria; Alicia Escudero pelea desde el Estado nacional en Rosario. Somos una expresión de esa clase trabajadora que no se rinde. Queremos abrir un canal político para esa fuerza social que existe, pero no se siente representada por nadie.

Marilín Gómez no se autopercibe política profesional. Se define como “una trabajadora que decidió dar un paso adelante”. Dice que su campaña no se financia con empresarios ni con el Estado, sino con aportes de militantes. “Queremos poner en debate que otra salida es posible, pero no con los mismos que nos trajeron hasta acá”, afirma convencida. “La salida -agrega- no viene de arriba. Va a venir, como siempre, de los que trabajamos todos los días y todavía creemos que este país se puede levantar”.

Fuente: pagina12

 

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