Derrotemos el “ajuste” de un gobierno desahuciado
La derrota electoral de Milei en la provincia de Buenos Aires es la última de varias derrotas previas igualmente aplastantes. Es lo que ocurrió, por ejemplo, en Santa Fe y en Corrientes. No es una golondrina en invierno, es una tendencia; una bandada de pájaros haciendo sus necesidades sobre la cabeza de los liberticidas.
La derrota desmorona el proyecto fascista de la Internacional Negra, que Milei comparte con Trump, Bolsonaro, Netanyahu y otros secuaces. El programa típico del fascismo, como el “exterminio” de los ‘wokes’ (los ‘tibios’); de los inmigrantes y de los pueblos originarios; de los “degenerados fiscales”, de los ambientalistas, del feminismo y fundamentalmente de la izquierda, ha sido repudiado en forma masiva.
La “batalla cultural” del liberticidio ha recibido una paliza; en las masas prevalecen las expectativas o ilusiones democráticas, en un marco de agotamiento de la democracia burguesa. La camarilla de LLA se ha empreñado en instaurar un estado de excepción, mediante un régimen de decretos, vetos, el ataque a la libertad de expresión, la campaña ultraderechista en las redes y el copamiento de la calle por el conjunto de las fuerzas represivas. Mediante la movilización política independiente se desarrollará una consciencia de clase socialista en los trabajadores que desterrará en forma definitiva la tendencia al fascismo de la clase capitalista.
Derrumbe económico
El plan deflacionario del gobierno ha naufragado. El intento de ‘normalizar’ el pago de la deuda pública usuraria mediante una refinanciación sucesiva de los abultados vencimientos, que es el pivot de la política económica, ha producido el resultado contrario: una salida de capitales, pérdida de reservas internacionales, un aumento de la deuda del Tesoro (en dólares y en pesos) y el retorno a un escenario de default. Los préstamos de urgencia que tomó el gobierno con algunos bancos por dos años, a tasas de interés elevadas y el empeño de las reservas de oro, se encuentran en la primera línea de ese default. Con reservas internacionales negativas, el Tesoro enfrenta vencimientos de deuda e intereses por 34.200 millones de dólares hasta finales de 2027 en cuanto a la deuda soberana; una cifra indefinida mayor de deuda local, con vencimientos y renovaciones muy cortos. La devaluación del peso en las últimas semanas ha asestado un golpe brutal al mentiroso superávit fiscal en pesos, al reducir la capacidad del Tesoro para comprar divisas y pagar los intereses de la deuda. Por otro lado, las inversiones industriales se han desplomado. El PBI de Argentina ha supercrecido, pero en el rubro “actividad financiera” (un 14.5 % interanual), mientras la actividad industrial ha caído en forma estrepitosa (en algunos rubros más del 10 %), mientras la inversión pública se encuentra en cero (desinversión). Los despidos y suspensiones crecen; algunas patronales explotan la crisis para reemplazar trabajadores bajo convenio por compañeros más jóvenes, en un intento de imponer la “reforma laboral” de facto. Esto ocurre en un cuadro de desinversión industrial internacional, crecimiento de las deudas públicas y de sus intereses, y una feroz guerra económica de parte de las potencias imperialistas.
Los bancos internacionales que llamaban a “comprar’ activos financieros de Argentina en la previa de las elecciones bonaerenses, ahora llaman a “venderlos”. Bloomberg informa que “Wall Street está perdiendo el entusiasmo respecto al presidente argentino”. El Bank of America advirtió que las elecciones de octubre podrían significar “un golpe aún más duro” para el oficialismo nacional. Morgan Stanley dejó de recomendar la compra de deuda argentina. Hay quienes aseguran que los fondos internacionales le habrían “soltado la mano” al dúo Caputo-Milei. Pero la camarilla de Milei es un activo estratégico internacional de la guerra mundial que impulsan Trump, el Comando Sur del Pentágono, el Estado genocida de Israel, Alemania y la Unión Europea. El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, ha prometido una financiación directa a los liberticidas. El agotamiento irrevocable de la camarilla oficial forma parte de una crisis internacional sin precedentes desde la última guerra mundial.
‘Vamos por más’, al límite del derrumbe
Ante la perspectiva de una mayor derrota electoral en octubre, Milei y Caputo redoblan la apuesta. Han anunciado que profundizarán ‘la motosierra’ y vetarán gastos adicionales que apruebe el Congreso, no importa lo valiosos que sean para la población necesitada. También se apresura en presentar el Presupuesto 2026, para señalar el compromiso de pagar los vencimientos de deuda y salir de la cornisa del default por medio de un ‘ajuste’ mayor. Pretende recuperar, de este modo, la ‘confianza’ del capital financiero, aunque los números no cierran de ninguna manera. En el interregno a octubre, incrementará el cepo a los bancos y mantendrá altísimas tasas de interés, para evitar una corrida bancaria, aunque estas medidas desesperadas se han convertido en inocuas. El propósito de que no se disparen los precios al consumidor es el último recurso de estos ‘magos’ de las finanzas para neutralizar la pérdida de votantes.
La mitad de los integrantes de la ‘mesa chica’ endogámica que ha reunido Milei no cree una coma en esta alquimia y probablemente tampoco lo crea la otra mitad. Esta ‘salida’ reforzará la depresión industrial y los despidos masivos. La respuesta del capital financiero no ha demorado en manifestarse: apuesta a una devaluación, acumulando compras en el mercado futuro de dólares; retira depósitos bancarios en divisas, de donde se han ido ya unos 12 mil millones de dólares. Un registro negativo acerca de la intención de votos por el gobierno, cuando se acerque la fecha electoral, desataría una corrida cambiaria y bancaria definitoria. Morales Solá, el primero en advertir, en diciembre de 2000, que los días de De La Rúa estaban contados, se ha manifestado preocupado por la línea de sucesión presidencial, que tiene en primera fila a Victoria Villarruel, una amiga del difunto de Jorge Rafael Videla. No debería sorprender que una elección provincial desdoblada haya producido resultados relativamente demoledores: en abril de 1931, una elección inferior, en la municipalidad de Madrid, terminó con la monarquía y dio comienzo a la Revolución Española. ¿O una chispa no puede encender toda una pradera? El conjunto del sistema político no pretende ni busca un acortamiento del mandato presidencial y, como ocurriera con Macri, a partir de 2018, pone los huevos en la canasta del 2027. Pero esa partidocracia en desintegración no tiene la última palabra en esta crisis, sino el derrumbe financiero, por un lado, y la lucha de las masas, por el otro.
Los gobernadores, “Axel conducción”
Advertidos, precisamente, del peligro de estallido que entraña esta “motosierra” como herramienta electoral, los gobernadores han reclamado al Gobierno la formación de una Mesa Nacional sin discriminaciones políticas; el primero y el más resuelto en el reclamo ha sido Axel Kicillof. La ultracristinista Juliana di Tulio, senadora nacional, le dio la derecha al Gobernador (un rival en la interna peronista) al protestar contra “la convocatoria a los gobernadores afines”. Jugado al límite, Milei, por el contrario, ha lanzado otra ola de vetos, con la intención de desafiar a los gobernadores a detonar una crisis final en medio de la campaña electoral -una extorsión de doble filo en medio de la crisis actual-. Nada nuevo: “Dios ciega a quien quiere perder”.
Axel Kicillof no solamente se presenta como el ganador de las elecciones bonaerenses sino como alternativa al derrumbe político liberticida que procura contener. Pero, en realidad, los trabajadores de la provincia no han votado a Fuerza Patria como alternativa política. Este peronismo que cambia todo el tiempo de nombre para ocultar sus monumentales fracasos, ha recibido votos por la negativa, para frenar a Milei.
El Estado bonaerense, que es una fuerza política poderosa, no ha hecho nada para contrarrestar o atenuar la ‘motosierra’ liberticida; al revés, la ha acompañado. Kicillof permitió el derrumbe de la obra pública y la cesantía masiva de los obreros de la construcción, cuando hubiera podido impulsar la obra pública mediante una intervención estatal en las constructoras privadas y el financiamiento de los emprendimientos mediante los recursos del Banco Provincia e impuestos extraordinarios a la gran burguesía agraria, es decir, a los grandes terratenientes, a los “pool de siembra” y a las grandes acopiadoras comercializadoras y cerealeras. Incluso mediante la colocación forzosa de títulos públicos de la Provincia a tasas de interés fuertemente inferiores a la inflación. El Banco Provincia, al revés, es una caja de los intereses privados. No hay salida al ‘ajuste’ sin una fuerte incursión con el monopolio del gran capital. El Banco Provincia debería abrir sus cuentas y terminar con el secreto comercial, para que el pueblo sepa adónde coloca sus recursos. Los ‘reactivadores’ y los “desarrollistas” aplicaron su propia motosierra contra los docentes y trabajadores estatales, y contra sus organismos de salud, mientras pagaban los intereses de la deuda pública refinanciada con los fondos internacionales bajo el gobierno de los Fernández.
El gran ausentismo electoral en las elecciones bonaerenses (voto el 60 % sobre un promedio tradicional del 75 %) constituye, en última instancia, un rechazo al pejotismo, bajo cuyo gobierno ha crecido la miseria social en la provincia (dos mandatos consecutivos). Más de dos millones de electores boicotearon las urnas porque no lo vieron como una alternativa al gobierno de la motosierra contra el pueblo y del genocidio internacional.
Peronismo: “a la derecha, dre”
Desde la firma del acuerdo con el FMI, a comienzos de 2021, y las renuncias “indeclinables” de los funcionarios cristinistas luego de la derrota electoral de ese año, el peronismo ha entrado en un proceso de desintegración y derechización. El gobierno de los Fernández debutó, en realidad, con el compromiso de cumplir con el acuerdo con el FMI firmado por Macri entre la primera y segunda vuelta de las elecciones de 2019, como se lo exigía la banca internacional. La desintegración del peronismo, en el gobierno anterior, es un resultado de su dependencia cada vez mayor del capital financiero internacional.
Kicillof celebró la victoria electoral rodeado de lo más podrido de burocracia sindical –la misma que colabora activamente con Milei y con las mayores patronales (Techint)-. La consigna “Axel Conducción” puso de manifiesto la intención de llevar la escisión con el cristinismo hasta el final y puso en evidencia, al mismo tiempo, que el gobernador se encuentra bajo la tutela de los intendentes del conurbano (convertidos en “mariscales de esta victoria”), que tienen sus intereses y políticas propios. Consciente de estas limitaciones, Kicillof intenta acercarse a los gobernadores que forman “Provincias Unidas”, entre los que se encuentran otras vertientes del peronismo, radicales y hasta macristas. Este amasijo de conveniencias tiene en común la defensa a muerte del principal objetivo de Milei: la liquidación del derecho laboral y la destrucción del sistema de previsión social. No pasa un día sin que insistan en esto.
La bancada de FP que surgirá de las elecciones de octubre está dividida de antemano. Si Milei llega a 2027, la crisis social en la provincia se acentuará vivamente, sin recibir respuestas de quienes quieren abandonar, como es el caso de “Kicillof conducción”, la etiqueta de ‘nacionales y populares’. En todos los conflictos sindicales, desde la UOM hasta el SUTNA, y en los conflictos de Ilva y General Savio, el Ministerio de Trabajo de Kicillof ha sido, invariablemente, un instrumento de la patronal.
Apenas conocidos los resultados bonaerenses, Cristina Fernández lanzó una ofensiva relámpago para extender Fuerza Patria a varias provincias, mediante un acuerdo con notorios colaboradores del liberticismo como el tucumano Jaldo y el catamarqueño Jalil; con notorios tránsfugas de derecha, como el salteño Urtubey, y con Agustín Rossi y Armando Traferri, denunciado como cabeza de una extensa trama de corrupción, en Santa Fe. Con quienes son los peores enemigos de la clase obrera, el kirchnerismo quiere recuperar una proyección nacional que consideraba perdida. Reitera, pero agravada, la maniobra que urdió con Alberto Fernández y Sergio Massa, en 2019, para instalarse en la Vicepresidencia. Ha establecido, de hecho, un frente político oscuro con los socios de Javier Milei y Luis Caputo.
Una ‘Izquierda’ reñida con el socialismo
El escenario de rebelión electoral contra el gobierno liberticida no ha redundado en un avance electoral del FITU, que ha venido retrocediendo desde las elecciones desdobladas; ha perdido, incluso, sus concejales bonaerenses. La pérdida de esta representación pone de manifiesto el carácter superficial y oportunista de la penetración política en las masas, sea de la política de “organizaciones sociales” tributarias del aparato estatal o de aquella que procura impresionar por medio de las redes sociales, como atajo a la formación de una vanguardia obrera con consciencia de clase.
Este revés electoral no es, sin embargo, lo fundamental, porque en el escenario volátil de la crisis podría tener algunas alteraciones en octubre, al menos en algunos distritos. Lo que realmente importa es la hostilidad que mostró en esta campaña al desarrollo de una propaganda y agitación socialistas, al desarrollo de una consciencia de clase entre los trabajadores. El FITU ha desenvuelto una campaña antisocialista, al orientar la atención de los trabajadores hacia sus propios aparatos (‘los partidos que nunca te traicionaron’, ‘que no cambia de conducta’, ‘que representa a los de abajo’), sin un programa de reivindicaciones centrales, o hacia los ‘políticos corruptos’ (“votá a los que no se venden”), haciendo omisión del antagonismo de clase que es propio de la sociedad capitalista, de la omisión de las grandes patronales y de la lucha de clases en desarrollo, del estado, del capital financiero y de la guerra imperialista mundial. En un escenario potencialmente prerrevolucionario, donde el capital lanza “batallas culturales”, o sea ideológicas, en función de una contrarrevolución preventiva, el FITU (todos sus grupos) ha elegido la publicidad banal, que ha sido incluso más profusa (y más cara) que la de LLA y FP. Es una política que se derechiza, no sólo bajo la presión oscilante de las patronales y el Estado, sino en una forma consciente. La literatura política de las tendencias del FITU (en folletos y resoluciones de Congreso) sostiene la tesis del reformismo y apoya las guerras imperialistas, como las de la OTAN contra Rusia.
Los luchadores y activistas frente a un cuadro político nuevo
En el escenario abierto por la derrota electoral de los liberticidas y el desarrollo de luchas obreras, que encabeza una nueva generación de trabajadores, nuestro partido, Política Obrera, reivindica su política de llamar al voto por un programa y candidatos socialistas, y su agitación política de apoyo a las luchas – como en Campana (Siderca), Pilar (Parque Industrial), Ternium (San Nicolás), Fate, Pirelli y Bridgestone– así como en los conflictos de la gran industria en Tucumán (Scania y más), Catamarca (textiles), Villa Constitución (Acindar).
Nuestras listas fueron integradas, en primer lugar, por un elevado número de docentes y por activistas obreros de la gran industria y el transporte. Con esta política intervendremos en toda la campaña electoral hacia octubre. Llamamos a votar a Política Obrera en Salta, Tucumán, Catamarca y Santa Fe. Llamamos a los activistas de la clase obrera a declararse en estado de asamblea para coordinar las importantes luchas en curso y para convertir en luchas los conflictos cada vez más agudos en las grandes fábricas, en la docencia de todas las ramas y en las intensas luchas de la Salud que abarcan a todo el país, junto al Garrahan y el movimiento de jubilados. Estas luchas, en su desenvolvimiento, conducen a la clase obrera a una huelga general. La burocracia de la CGT hará todo lo posible, e incluso lo imposible, para mantener paralizados los sindicatos.
Nuestro partido, Política Obrera, llama a convertir toda lucha en una lucha de conjunto. A enfrentar los despidos masivos con cortes de ruta y ocupaciones de fábrica. A responder a cada atropello con manifestaciones masivas. A coordinar las luchas y a formar comités de lucha. Es la tarea histórica del proletariado poner fin a la inmensa catástrofe humana, ambiental y social que está provocando el capitalismo conscientemente en su fase de decadencia y agonía. Como lo señalan las luchas contra Trump, en Estados Unidos; los “bloqueos” en Francia; las grandes movilizaciones contra el genocidio palestino en el Medio Oriente y Europa; los levantamientos de masa en Indonesia y Nepal; la victoria de los trabajadores pasa por la unidad de clase del proletariado internacional.
Por la unidad internacional contra el genocidio en Gaza y el juicio y castigo a los criminales de guerra del sionismo. Por la unidad internacional contra la OTAN y Rusia en Ucrania y Europa; por la unidad internacional contra las flotas de guerra en el Caribe contra Venezuela, Colombia, Cuba, Brasil y toda América Latina. Por la unidad internacional para construir una Federación Mundial de Repúblicas Socialistas.
Comité Nacional de Política Obrera 12-14 de septiembre de 2025